Los ultimo rayos de oro,
los campos de trigo pintaban,
en el fondo del cuadro una casa,
roja como la sangre,
los parajes custodiaba.
Un marchito pino,
su triste sombra proyectaba,
pero no era suficiente,
para opacar la belleza,
que el paisaje derrochaba.
Las aves revoloteaban,
sobre los dorados campos,
pero pronto corrian,
la noche habia llegado.
lunes, 5 de febrero de 2007
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